Sus fotografías han inspirado a muchos artistas, pero su nombre no es de los más reconocidos. Su trabajo junto a Paul Citroen y la influencia del dadaísmo en su obra, lo elevaron a categoría de artista experimental, pero quizás nunca se imaginó que también sería fotógrafo de moda. Erwin Blumenfeld, sin duda se mantiene firmemente entre los más revolucionarios artistas de todos los tiempos, y al igual que otros grandes pasó por las páginas de publicaciones tan famosas y cotidianas como Vogue.
Durante los años ’20 y posteriormente, Blumenfeld dejó atónitos a varios artistas con su trabajo. Cecil Beaton no quería que apareciera en Vogue porque su trabajo era “superior a cualquier fotografía de moda”, pero en 1937 tuvo su contrato con esa revista. Luego de un año, otro tipo de problemas estancaron su carrera: explotó la Segunda Guerra Mundial y el artista huyó hasta que obtuvo una visa norteamericana. Se estableció nuevamente en Nueva York, donde creó algunas de las portadas más famosas de Vogue.
Sin embargo, su trabajo iba más allá de cualquier estilo predeterminado; Blumenfeld se apoyó en la explosión del color que apareció en los ’40 y ’50, poniendo a sus modelos en la cima de la torre Eiffel o desnudas con un trozo de seda mojada. Irreverente –fue incluso arrestado en los años ’20 por exhibicionismo cuando su bañador dejó caer uno de sus tirantes–, y sobre todo un original de tomo y lomo, Blumenfeld siguió fotografiando a famosas como Audrey Hepburn y Grace Kelly, tomando referentes hasta de la Cruz Roja y por supuesto, tomándose autorretratos hasta su muerte en 1969.
Fotos: Telegraph, sitio web oficial.