Se dice que Gianni Versace gustaba enormemente del arte, y siempre mantenía piezas de importantes artistas en sus casas alrededor del mundo. Quizás por ello, su hermana Donatella decidió el año ’98 completar su legado luego de la muerte del diseñador rindiendo tributo al estilo de las pinturas y obras de arte del Renacimiento, gracias al ojo maestro de Steven Meisel.
A fines de los años ’90, el sexo era la base de las campañas y colecciones de Gucci gentileza de Tom Ford, y marcas como Chanel, Yves Saint Laurent y Prada se debatían entre lo tradicional y el minimalismo. Sin embargo, Versace apuntó a una original idea que luego replicaría a través de otras campañas posteriores –como la protagonizada por Saskia de Brauw el 2013–, tomando el arte como referente. La propuesta apareció curiosamente casi al mismo tiempo que otra campaña que veneró el arte a través de Mario Sorrenti: Yves Saint Laurent en manos de Tom Ford, decidió lanzar su publicidad con Kate Moss basándose en cuadros como La Gioconda.
Maggie Rizer –la modelo que ha reaparecido gracias a Louis Vuitton y Nicolas Ghesquière-, Audrey Marney, Carolyn Murphy, Sunniva Stordahl y Guinevere van Seenus fueron las modelos seleccionadas, quienes gracias a sus rasgos y belleza elegante se mantuvieron firmemente similares a aquellas doncellas que inspiraron las obras más famosas. Metalizados, vestidos negros, estampados brillantes y mucho lamé nunca se había visto tan sofisticado, gracias a la perspectiva que tomó esta campaña y que sentó las bases de intentos posteriores por refrescar las marcas.