Sin importar la disciplina estudiada, muchos sintieron este 05 de diciembre la muerte de uno de los grandes nombres de la arquitectura: el brasilero Oscar Niemeyer. Reconocido por su original trabajo que mostró curvas y edificios muy alejados del típico cuadrado de concreto, Niemeyer ideó la famosa Bienal de Sao Paulo, lugar de encuentro de la moda a través del Sao Paulo Fashion Week cada año.
Con 104 años, Niemeyer no solo se convirtió en una leyenda viva, sino también en un nombre presente a lo largo de las diferentes etapas de la construcción urbana. En los años ’30, su trabajo incluyó diseñar espacios junto a otro nombre importante de la arquitectura, el francés Le Corbusier y también junto a uno de sus referentes, Lucio Costa.
La obra de Niemeyer se extendió por todo el mundo, a través del edificio de Naciones Unidas en Nueva York, la iglesia San Francisco de Asís en Belo Horizonte, el Museo de Arte Moderno en Caracas. En Brasilia, varios son los lugares moldeados por este personaje, entre ellos la sede presidencial Palacio de Alvorada, el Congreso Nacional y el Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi, una de sus obras más reconocidas, la que podríamos apuntar como principal referencia tras la mansión de Tony Stark, el personaje de la película Iron Man. Pero la fantasía y realidad que creó Oscar Niemeyer influyó a muchos herederos de esa pasión, rebeldía con las formas concretas y ganas de inyectar alegría al mundo de la construcción. “Lo que me atrae son las curvas libres y sensuales. Las curvas que encontramos en montañas, las olas del mar, el cuerpo de la mujer que amamos”, afirmaba Niemeyer en sus memorias de 1998.