Nunca he sido muy asidua a los realities. Sí, vi “Protagonistas de la Fama” (amé a Catalina Bono y odié las lágrimas de cocodrilo de Janis Pope), pero hasta ahí llegó mi fanatismo por los realities nacionales. En la televisión criolla, hemos tenido alrededor de tres versiones de “La Granja”; un 1810, luego un 1910; y la verdad, ya perdí la cuenta de cuántas veces he visto los carteles de “Pelotón” circular en los troncales del Transantiago. Y así, siguen apareciendo y abundando realities que, personalmente, considero dejan mucho que desear.
Ahora, otra cosa sucede cuando me topo con “The City” en Mtv, con “Project Runway” en FTV o “America’s Next Top Model” en el Sony. No es que sea una fan gringa (al contario), pero debo admitir que los realities que abarcan el mundo de la moda me entretienen. Me gusta ver cómo Whitney se las enfrenta en la Gran Manzana; me gusta ver cómo se estresan los diseñadores en “Project…” y algunos logran crear prendas verdaderamente asombrosas en tan poco tiempo; me gustan las sesiones fotográficas en “America’s…” y ahora último (mi nuevo descubrimiento) me gusta ver a la seca de Kelly Cutrone haciendo su pega en People’s Revolution.
Entonces, surge en mi la pregunta: ¿Por qué en Chile no podemos tener un reality show medianamente decente? ¿Por qué a nadie de la TV criolla se le prende la ampolleta y entiende que ya no es interesante ver el último romance de Kenita Larraín en “Pelotón XX: Súper Mega Hiper Ultra Dinastía del Honor”?
Habrá que seguir esperando para toparnos con algún reality nacional que vaya más allá de la farándula y se adentre en otros temas. Mientras, seguiré gozando con “Kell on Earth”.