Esta semana, mientras estaba en la biblioteca del Museo de la Moda (un sitio que deben visitar si les interesa la Historia del Vestuario), me encontré con un libro notable: la historia de Marimekko. Un ejemplar de gran formato, exquisito empaste, buen papel, con bellísimas fotos a todo color y textos sensibles: un deleite absoluto. Aquello que atrapó absolutamente, fue las sesiones de fotos para el lanzamiento de las colecciones de vestuario, imágenes potentísimas dotadas de una dirección de arte peculiar considerando la época. Luego de revisarlo, el pensamiento fue: debo escribir sobre esto para el Domingo. Y aquí estoy.
Después de la Segunda Guerra Mundial Finlandia necesitaba una nueva identidad, una nueva imagen, que fuese acorde con los cambios que vivía: se renovaban las estructuras económicas e industriales, abundaban nuevas ideas en el ámbito político y grandes masas de personas emigraban del campo a las ciudades. Los diseñadores respondieron al desafío de la época y comenzaron a renovar y modernizar el ambiente cotidiano y a construir una imagen internacional de Finlandia. El mito del diseño finlandés comenzó con los interiores del arquitecto Eliel Saarinen y el mobiliario funcionalista del, también arquitecto, Alvar Aalto. Avanzó de la mano del escultor y diseñador Wirkkala por una ruta más sensible y con el diseñador Sarpaneva en una dirección escultural. La leyenda de un pequeño país nórdico castigado por la naturaleza y la historia dio pie para publicitar un diseño con elementos míticos, y de esta manera los diseñadores buscaron inspiración en “lo natural” (nieve, el hielo, los bosques, los lagos, la luz estival) y la tenacidad finlandesa. Allí aparece Marimekko, cuya traducción literal sería “el vestido de Mari”.
Fue fundada en 1951 en la ciudad de Helsinki por la diseñadora Armi Ratia y su marido Viljo. Todo comenzó cuando Armi le preguntó a algunos de sus amigos artistas qué pasaría si se intervinieran textiles con sus diseños: el objetivo era explorar cómo la tela podría ser utilizada. La primera colección fue una línea de vestidos tejidos, de formas sencillas, pero muy coloridas. Luego incursionaron en la creación de objetos para “vestir el hogar”, siendo uno de los proyectos precursores en este aspecto a nivel mundial. Pronto reconocieron al trabajo de Marimekko como “arte industrial”, nada más y nada menos. Luego se convirtió en líder del diseño industrial finlandés y se introdujo por primera vez a los Estados Unidos por el arquitecto Benjamin Thompson, quien los presentó en sus tiendas de diseño “experimental”. Allí se hicieron muy conocidos por Jacqueline Kennedy, quien adquirió ocho vestidos de Marimekko, los cuales usó en la campaña presidencial de su esposo en los años 60’s. A mediados de esta década Crate and Barrel comenzó una relación con Marimekko, que continúa hasta nuestros días, utilizando los diseños de sus productos textiles, por ejemplo, como fondos en sus tiendas, constituyendo los paramentos que cierran el espacio.
En 1965, la empresa empleaba a más de cuatrocientas personas y tocaba todos los aspectos de diseño: juguetes, vajillas, calzado e incluso, arquitectura. En 1985, la compañía fue vendida a Amer-Yhtymä. A principios de la década de 1990, Marimekko se encontraba en una situación financiera difícil y estuvo al borde de la quiebra, por lo fue adquirida luego por Kirsti Paakkanen, que introdujo nuevos métodos de negocio en la empresa, salvándola.
Su vestuario, caracterizado por la utilización de tejidos con diseños textiles de grandes patrones gráficos y colores brillantes, revolucionó la forma de vestir en Finlandia durante los años 50 y ya en los 60’s, se extendió mundialmente. Su diseño innovador y la excelente calidad en la fabricación de cada uno de sus productos, les ha permitido mantener ese reconocimiento y admiración a lo largo de los años.
Y como no si Marimekko es el color de la belleza.