Seguimos revisando la historia del vestuario de nuestro país por lo que hoy nos dedicaremos a ver las características de la vestimenta en la década correspondiente a 1920-1930 y para eso te presentamos la investigación de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile para conocer en detalle el look de estos años.
Al iniciarse los años 20 las faldas que apenas sobrepasan las rodillas ya se imponen entre las jóvenes chilenas, causando una gran polémica que no dura demasiado. El vestuario femenino se ha simplificado notablemente en su estructura, a pesar de dar cabida a una gran cantidad de ornamentos como bordados, lentejuelas, mostacillas, pedrería, especialmente en los trajes de noche. Predomina la silueta geométrica, que se apoya en tablas y pliegues, situando el talle a la altura de las caderas (moda Charleston).
La chaqueta estilo sastre, el cardigan, la pollera plisada en el delantero acompañada de blusa o sweter, los zapatos con pulsera en forma de T, son prendas fundamentales. Los complementos excéntricos incluyen boas de piel, abanicos, sombrillas, joyas de cristal de roca, perlas de fantasía, pequeñas carteras decoradas con pedrerías y motivos vanguardistas. La novedad y la flexibilidad son las características de una época de gran movimiento y cosmopolitismo, en la cual se produce un cambio radical en la imagen de la mujer. En marzo de 1920 se lee en El Mercurio: “Es increíble los cortas que han dado en llevar las faldas nuestras niñas, dejando ver las piernas hasta la rodilla, las que no siempre son muy bonitas, y en este caso la cortedad de las faldas resulta un fracaso pues muestra lo que nadie quiere ver. Las niñas discretas, señoritas de verdad, que tienen madres que las saben dirigir, usan faldas de largo y ancho razonables, lo que siempre es más elegante que las que pierden el pudor por seguir modas que no les corresponden. ¡Triste cosa!”.
La polémica de las faldas cortas es un detalle frente a la causada por el sexualmente ambiguo estilo garconne, que proyecta la emancipación una mujer que rompe con las apariencias sociales, cortándose el pelo y utilizando vestuarios varoniles. Aunque la alta costura no aprueba este nuevo estereotipo, igualmente lo promueve con el uso de las melenas, la delgadez de los cuerpos y diseños que suprimen las curvas.