“Quería hacer flores para primavera, a pesar de que a Miranda Priestly no le guste. Quería hacer algo leve, ingrávido, no la típica corona o casco de flores. Quería lograr la levedad que logró Philip Treacy en los sombreros de avestruz para Valentino Couture S/S 2018, pero no hacer lo mismo obviamente”. Así nos parte contando el reconocido diseñador chileno de tocados y sombreros Daltónico acerca de su nueva colección, la cual acaba de lanzar bajo el nombre de Céfiro y se inspira en el viento y sus movimientos.
Siempre jugando con elementos delicados y elegantes, siluetas y volúmenes diferentes, Juan Cabezas lleva más allá su trabajo contándonos sobre lo que quería lograr y para ello, con qué elementos debía trabajar. “Mirando y pensado que una gran flor flote, como si quizá el viento la haya arrastrado, hecho volar y haya terminado por azar sobre la cabeza de alguien. Descubrí ahí que el viento iba a ser crucial en esta colección. El viento hace que las cosas floten y vuelen, eso quería”, asegura.
El creativo, que dice que en su trabajo nunca puede faltar “lo creepy”, utilizó una flor amarilla para sus diseños, la flor de los muertos de México (el cempoalxóchitl con hipertrofia de pistilos fue el indicado).
“El viento me quedó dando vueltas. ¿Podría hacer un tocado que represente el viento de primavera? Lo dudo, pero hice el intento. El viento es un velo y yo he estado obsesionado semanas con los velos que esconden la cara. Traté de hacer un velo de viento sobre el rostro que se mueva y fluya. Así que en la gran búsqueda e investigación de campo que hice de los velos confeccioné éste amorfo, bordado con plumas de avestruz que trata de materializar el viento. sinceramente es la pieza con la que menos conforme quedé, pero si fue un gran ejercicio el aprender a bordar plumas y el hecho de que quería seguir experimentando con el viento. El viento de primavera iba a ser el hilo conductor de esta colección.
A estas alturas, ya quería buscar un nombre para la colección que hablara del viento de primavera y no ponerle: ‘Viento de primavera’, obviamente. Busqué mucho y me encontré con Céfiro. En la mitología griega, Céfiro (en griego Ζέφυρος Zéphyros) era el dios del viento del oeste, hijo de Astreo y de Eos. Céfiro era el más suave de todos y se le conocía como el viento fructificador, mensajero de la primavera. Me gustó mucho la definición porque era ‘el más suave de todos’ y creo que de mis colecciones esta es la más suave de todas. Después del seudo-fail del velo me pregunté si quizá no debía ‘inventar la rueda’, si Philip Treacy ya hizo sombreros gigantes ingrávidos con plumas para Valentino, porque no trabajar bajo esa misma lógica, pero experimentando con otros materiales. Así que comencé a buscar materiales suaves, y que pudieran lograr esta inmaterialidad, no tener piezas sólidas, que el gran volumen sean solo cosas que floten, aparentemente sin estructura. Como un vestido de crinolina.
Esa idea me gustó, llevar la idea estructural de un vestido de crinolina a un sombrero. Así que tomé un antiguo trabajo inspirado en Nicanor Parra, un antisombrero, que era solo las lineas estructurales de un sombrero y lo rellené de tul (lo más etéreo que conozco en tela) y las flores de los muertos. Tenía miedo que el resultado fuera a ser muy pesado, pero no fue
así. Teníamos así el primer sombrero de esta colección
De ese punto en adelante super que querría hacer solo sombreros. Había quedado conforme con el ‘sombrero de crinolina’, pero sentía que le faltaba la limpieza del hecho que fuera de un solo material, como los de Treacy. El sisal, es (aparte de las plumas) mi material favorito para trabajar y me propuse hacer un sombrero completo de sisal tejido, pero no creado una superficie tejida de sisal, sino que lograr ese estado etéreo de las fibras deshiladas. El tomar solo cerditas
minúsculas de sisal y ‘amarrarlas’ en la forma de un sombrero. Como dato cómico, cuando terminé de hacer este sombrero, Valentino presentó su colección 2018 de primavera con unos sombreros de sinamay y paja gigantes, lo que en un momento me deprimió por que usamos la misma técnica, pero después me alegró porque sin saber estábamos haciendo lo mismo, o sea iba por buen camino en mi búsqueda.
Seguí buscando materiales orgánicos y suaves para hacer más sombreros, aún no quedaba 100% conforme. Alguna tela podría ser, pero el trabajo de ‘decontrucción’ del sisal del último sombrero me gustó mucho, quizá usar una tela y deconstruirla. Que el los extremos se vean los hilos que la componen. Así que tomé mucho visillo, hice ‘hojas’ con él (Ya que por un momento se me pasó por la mente hacer un sombrero de hojas, pero ninguna artificial me convenció y hacer uno de hojas reales hubiera sido hacer un sombrero que durara un par de días) y con las lijé hasta lograr que los hijos aparecieran en sus extremos.
Aquí el resultado, este sombrero creo logró dejarme conforme, esto era lo que quería lograr, con el viento se mueve suave y deliciosamente.
Ya conforme con mi sombrero de hojas de visillo deconstruidas, me permití la gran indulgencia. Había sido una búsqueda larga y con tropiezos de lograr lo que otros ya habían hecho, así que me di el gusto de hacer mi propio sombrero gigante de plumas de aveztruz para cerrar Céfiro como los que había hecho Treacy para Valentino, o Stephen Jones para Dior Couture en 2009 y 2003″.
Fotografía: Matías Rojas @elhorus
Maquillaje y pelo: Camila Huerta @musa_de_lirio
Modelo: Amelia Montaldo @meli.montaldo