Los dibujos iniciales de un diseño son parte integral de cualquier creador de la moda. Coloridos, solo en líneas negras o con mensajes incluyendo instrucciones sobre telas y confección, sea como sea el estilo cada diseñador tiene uno propio a la hora de hacer bosquejos. Aquí te mostramos algunos de los más famosos, entre los cuales más de alguno adivinarás solo por la silueta y el estética utilizada, y cuyo nombre aparecerá al posar el mouse encima de cada fotografía.
Uno de los ilustradores más reconocidos de Vogue en sus ediciones globales, fue el norteamericano Carl Erickson. No solo ingresó en 1916 al equipo de trabajo de US Vogue, sino también apareció en los créditos de Vogue Paris y British Vogue, conquistando todo el mundo con sus dibujos más realistas, cargados de detalles en acuarela y donde mostró todo lo aprendido en la Chicago Academy of Fine Arts. Norman Parkinson, el fotógrafo inglés que también marcó una época, fue uno de sus amigos más cercanos, y el que lo ayudó mientras Erickson trataba de sobreponerse al alcoholismo.
El art decó fue la base para que muchos artistas lograran expresarse a través de la moda, la arquitectura, la decoración y la ilustración. En esta última rama, uno de los nombres más importantes ha sido el de Eduardo García Benito, un artista español que cimentó su carrera gracias a las portadas que creó para Vogue y Vanity Fair desde los años ’20 hasta los años ’40, y su trabajo codo a codo con el que para muchos comenzó el concepto de alta costura: Paul Poiret. García Benito nació en Valladolid, y se erige como el más grande artista español de la corriente del art decó.
Las ilustraciones de A.E. Marty
Uno de los cuatro ilustradores estables de la famosa Gazette Du Bon Ton, la misma revista de la cual hablamos en el artículo de Pierre Mourgue, es el que presentamos a continuación. Con una importante trayectoria que mezcla el art decó, al igual que sus colegas, y además presenta una serie de trabajos que bien podrían representar cualquier editorial, André Édouard Marty se encargó de plasmar verdaderas escenas más que simples figuras, donde los trajes femeninos resaltaban, y el ambiente era exaltado, creando una atmósfera atractiva dentro del grupo de ilustradores de la Gazette, que funcionó hasta 1925.
Desde 1912 a 1925, La Gazette du Bon Ton fue una de las revistas sobre moda y frivolidades –tal cual se leía en su portada-, más famosas de Francia, cuya exclusividad la mostraba en papel fino y con un contrato que mantenía a siete de los mejores diseñadores mostrando sus colecciones, incluyendo Paul Poiret. Fue en este lugar en el cual varios ilustradores marcaron sus inicios, entre ellos Pierre Mourgue. El francés se convirtió en el líder de su generación cuando Condé Nast compró la publicación, y se mantuvo como el referente europeo más importante a esbozar el lápiz en la revista de moda más grande de la editorial: Vogue.