El año 2008, el escritor de guiones y actor Max Osterweis decidió emprender un rumbo distinto a través de la moda. Fundó SUNO, una marca centrada en el camino del comercio justo y fabricación consciente, lejos de los abusos cometidos a trabajadores en lugares pobres del mundo. Así, justo después de observar la violencia que se producía en Kenya y decidir unirse a la diseñadora Erin Beatty, Osterweis lanzó SUNO, la marca de lujo ideal que incluyó producción en Perú y la misma zona africana que sirvió de inspiración para Osterweis. Aunque ha sido ganadora de varios premios de la industria, SUNO anunció sorpresivamente su cierre hace pocos días.
El año 2011 y 2012, la firma se transformó en finalista de los premios CFDA/Vogue Fashion Fund y el 2012 fue nominada a los premios CFDA Swarovski por su ropa masculina. Finalmente el 2013 ganó ese mismo premio y el 2014 fue finalista de LVMH Prize. Pero, ¿cómo una marca tan exitosa en papeles puede llegar a tan triste final? Hasta este año, SUNO tenía presencia en el retail de más de setenta países y figuras como Sophia Coppola y Michelle Obama amaban sus prendas. Pero al parecer el atractivo de sus colecciones y el estilo correcto de su fabricación no fueron suficiente; como todo en la industria actual, lo económico es lo que rige su marca, así que al no dar con un inversor importante, los creadores tuvieron que acabar con la marca.
Luego de ocho años de funcionamiento y aporte al imaginario de la moda gracias al trabajo de artesanos de todo el mundo, SUNO dejó de producir prendas. La colección Resort 2016 es la última que vio el mundo y atrás quedaron los sarongs inspirados en los Kanga, los trajes brillantes metalizados con un estilo relajado y el trabajo justo, consiguiendo que esta vez el Fast fashion y su popularidad siga imponiéndose con fuerza en cualquier rincón de la moda.
Fotos: Ecotourre, Scoopnest, Runway.
