Hacia fines de los años ’90, gracias a las conexiones imperdibles de su padre, Sofia Coppola se embarcaba en una aventura parisina como pasante en el taller de Karl Lagerfeld en Chanel. Esta oportunidad única le abriría las puertas de la moda como a nadie, invitándola a revisar de cerca el proceso de colecciones, organizar shows y además ser modelo, algo que la llevó a ejercer de alguna manera este oficio en contadas ocasiones.