La fascinación de los diseñadores occidentales por los bordados, arte y estampados asiáticos ha estado presente desde siempre en la moda. Fue en el siglo XVII cuando la importación de telas, productos y diversos materiales desde Japón y China introdujeron el llamado culto al chinoiserie o chinismo, una vertiente que se apoderó de vestidos de gala, trajes y también abrigos en forma de kimono, confeccionados en seda y bordados con motivos florales o de pájaros. Esta tendencia se ha visto recurrentemente durante las últimas pasarelas del mundo.