Hace un par de años, decir que la moda era un arte era una osadía que costaba la risa de muchos. Pero conocida es la relación, por ejemplo, que tenía Elsa Schiaparelli con Dalí y en general con el movimiento surrealista, Yves Saint Lauren y su interpretación textil de los cuadros de Mondrian, la relación de Carolina Herrera con Andy Warhol y en este último tiempo la entrada con fuerza de la moda en los museos, con Alexander McQueen como ícono, que con la presentación póstuma de su trabajo en el MOMA de New York el año 2010 no sólo se llevó los aplausos de los críticos, sino también por un record de visitantes, convirtiendo la moda no sólo en un arte reconocido, sino también un arte de consumo masivo.
La polera es Fubu, el bermuda fue un regalo y las zapatillas son Puma. Escucho Liricista.