Algunos dicen que Santiago es una cuidad gris. En cierta medida, algo de razón tienen. Tacos interminables, calidad del aire insufrible, y un largo etcétera hacen que, en ocasiones, nuestra querida cuidad se torne un tanto odiosa. Entre todos esos factores, las vitrinas de nuestra capital poco ayudan a desestigmatizar su imagen sombría. Indefectiblemente, y sea cual sea el lugar que elijamos para hacer nuestras compras, nos topamos con un paisaje bastante monótono: largas filas de mucho vidrio exhibiendo productos muy similares. Si no es por el logo de cada marca, de seguro que pasaríamos horas buscando la tienda que queremos. Si no es por el logo, todas serían iguales.