Se dice que los fotógrafos al igual que los grandes narradores, comparten la misma búsqueda, la cual reside en la necesidad por contar una buena historia y saber escogerla. La fotógrafa norteamericana Annie Leibovitz, ha construido una serie de grandes y sobrecogedoras imágenes, donde se entremezclan historias, rostros y afortunados momentos.
La historia de Annie comienza un 2 de Octubre de 1949 en Connecticut. Tanto su padre como su madre son judíos, él era Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas y ella una instructora de danza. Los viajes de su padre y los infinitos cambios de un país a otro, hicieron de ella una incansable buscadora, que encontró en la escritura y la música su primer apego. Ya en la secundaria, su interés artístico hizo que se interesara por ingresar al Instituto de Arte de San Francisco el año 1967. Su amor por la fotografía nace en los albores de una gran masacre como lo fue la guerra de Vietnam, donde por esos días Annie vivía en Filipinas, junto a sus padres.
Es en el año 1971 cuando obtiene una licenciatura en Bellas Artes del Instituto de Arte de San Francisco. Desde ese periodo su carrera no ha concebido límites y menos frenos. De esta forma se convierte en la primera mujer en exponer su obra en la Galería Nacional de Retratos en Washington D.C. y la última en retratar al fallecido músico John Lennon antes de su asesinato el año 1980.
Estos dos hitos marcan su cabeza con laureles y auguran la estrella que la acompaña hasta hoy. Sus inicios como fotógrafa se remontan hacia una naciente Revista Rolling Stone, en la cual trabajó por cerca de diez años. Pero en su portafolio también figuran revistas como Vanity Fair y Vogue, en las cuales ha desplegado todo su potencial artístico, construyendo excelentes producciones e influyentes rostros.
Anteriormente hacía mención de la estrella que la acompaña y esto se revela en los importantes galardones que ha recibido. Podemos mencionar el premio que recibió en 1984, como fotógrafa del año por la Asociación Estadounidense de Editores de Revistas, y luego en el 2000, el título “Leyenda Viviente” otorgado por la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
Sin duda, uno de los legados más importante que hace Leibovitz es su magnífico portafolio, el cual se construye en base a grandes historias y célebres momentos.
