¿Hecho para durar?

¿Hecho para durar?

Antes (a principios del siglo XX, digamos) las mujeres tenían que usar pantys de seda, bien lindas pero con un gran problema: se caían. Hasta que un visionario inventó las medias de nylon. Eran tan firmes que si las amarraban al parachoque de un auto y las tiraban, no se rompían. Pero la industria no quiso que las hiciera tan resistentes. ¿En qué iban a trabajar después, si hacían un producto tan durable? Al genial inventor no le quedó más que reformular su invento para hacer las fibras un poco más débiles…La historia aparece en el documental español Comprar, Tirar, Comprar, que analiza el principio de la obsolescencia programada.

Ayer, en las conferencias del congreso Colombiatex de Las Américas, en Medellín (desde donde estoy mandando este despacho) el publicista William Rodríguez, de Bogotá, se refirió a este concepto –vestido a propósito con una polera llena de hoyos que, según contó, había comprado hace apenas 3 meses- y mostró imágenes del documental. Laura Novik (consultora de moda internacional que es argentina, vive en Chile y está conmigo en el congreso) me aclara que es un concepto muy conocido en diseño y que existe desde el comienzo de la era industrial. Pero bueno, yo no estudié diseño y toparme con este término que le pone nombre técnico a algo tan propio de nuestra cultural actual me dejó llena de preguntas.

La idea de que algo se haga a propósito de menor calidad me dejó marcando ocupado. Sobre todo en estos días en los que está tan fuerte el tema de la moda eco. Si llevamos la obsolescencia programada a la moda, tenemos en el oficialismo al fast fashion y en la oposición al slow fashion. Entremedio, claro, hay un montón de medias tintas. Y el precio de los productos tiene mucho que ver con eso. Porque muchas veces se baja la calidad por una sola razón: tener precios más competitivos. Del mismo modo, los consumidores están dispuestos a comprar productos que no duran si son baratos y esperan que los más caros tengan más calidad.

En moda, además, se agrega otro factor: las tendencias. Los seres humanos queremos cambiar, queremos ser diferentes personas a través de nuestra ropa. En los años 60, el tema de la llegada a la luna impregnó la moda con temas futuristas; hoy, estamos preocupados por el calentamiento global y la moda eco es la respuesta. Cambia la sociedad, y cambian también los seres humanos a lo largo de su vida. En la adolescencia, nos importa que la ropa aporte un sentido de pertenencia a un grupo aunque la silueta corporal no luzca de lo mejor; en la adultez joven, nos importa más como se ve el cuerpo y qué imagen proyectamos en el mundo laboral. Una prenda puede estar en perfecto estado por diez años o más, pero ¿vamos a querer seguir usándola una década después? La moda entonces tiene de por si una obsolescencia programada. Está en su esencia. La moda pasa de moda. Cierro esta pequeña reflexión con una interesante pregunta que nos dejó William Rodriguez: ¿Cómo hacer que lo sostenible le gane la carrera a la obsolescencia programada?

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