¿Han escuchado alguna vez el término “food miles”, anglicismo que hace referencia a las distancia que recorren los alimentos antes de alcanzar nuestras mesas? En la industria de la moda se habla de “fashion miles”, que es la distancia que recorre la ropa y las materias primas para su fabricación antes de llegar a nuestros armarios.
Debido a la feroz competencia global, los centros de producción de textiles y de ropa se han desplazado geográficamente a zonas donde la mano de obra es barata, hablamos principalmente de países asiáticos, como China, India, Camboya, Bangladesh y Paquistán. Sin embargo, los mercados que más demandan ropa y textiles se encuentran en occidente, lo que implica que la mayor parte de la producción de los mencionados países es exportada hacia economías desarrolladas y en vías de desarrollo de América y Europa.
Los beneficios económicos de la producción en dichos países es innegable y los propios consumidores nos beneficiamos de ello. El abaratamiento de la ropa en los últimos años es un hecho innegable y notorio, pero lo que resulta beneficioso para nuestros bolsillos, acarrea problemas de otra índole. Se estima que, en promedio, el 80% de la ropa que se consume en Europa y América es producida fuera de sus fronteras. El transporte de materias primas y ropa a través de tamañas distancias produce grandes emisiones de carbono que contribuyen al empeoramiento del cambio climático.
Las cantidades de CO2 emitidas varían según el medio de transporte que se use. Mientras que transportar en barco una tonelada de cualquier clase de bienes por una distancia de 1.000 kms. emite 0.7 kg. de CO2; el hacerlo por avión genera 158 kgs de CO2. Si bien es cierto que la mayoría del transporte de ropa y textiles se hace por vía marítima, la mala planificación y el surgimiento de eventos inesperados hace que, en ocasiones, el medio elegido sea el aéreo, el que produce muchos más agentes contaminantes que el marítimo. Por ejemplo, una ola inesperada de frío puede llevar a las grandes tiendas a pedirle a sus productores que guarden el stock pensado para menores temperaturas, para luego enviarlo rápidamente vía aérea cuando las condiciones del tiempo mejoren.
La compra de comida de producción local pareciese ser la solución para el problema ambiental generado por las “food miles”. En el mismo sentido, el problema de las “fashion miles” pareciese que debiera seguir la misma lógica y aplicar una dinámica de producción local para palear los efectos contaminantes de la situación actual. El gigante español Zara ha trasladado más de la mitad de sus centros productivos a España, Marruecos y Portugal, lo que además de reducir sus emisiones de CO2 derivadas del transporte de su mercancía, la ha hecho responder mejor a la vorágine de las tendencias.
Sin embargo, la política de compra y producción local es compleja de aplicar sin desatar problemas sociales. Pensemos, por de pronto, que el traslado de los puntos de producción significaría quitarle a muchas personas y a las propias economías la posibilidad de salir de la pobreza y el subdesarrollo. Se estima que dentro de 20 años, las emisiones de CO2 derivadas del transporte aumentarán en un 75%. Sin lugar a dudas, un problema de díficil solución que requiere urgente de alternativas viables que no produzcan descalabros económicos ni sociales.