Escribo esto mientras veo la ceremonia nº 83 de los Oscar, pegada a Twitter (con un timeline que comenta absolutamente todo lo que pasa y absolutamente todos los looks) y no puedo dejar de pensar que la alfombra roja, en ésta ocasión (con algunas excepciones) me aburrió bastante. Con razón de ésto, me puse a pensar en aquellos momentos increíbles, para bien y para mal (y fashionísticamente hablando), que he visto en mi vida, y en todas las horas que he pasado viendo alfombras rojas en febrero, con short y polera (jaja, so sad).
Sin duda, los errores son los que recordamos con mayor interés ( y un poquito de vergüenza ajena, también). Entre estos momentos, recuerdo con especial cariño el traje masculino al revés de Celine Dion (quizás lo peor que se vio alguna vez en cualquier alfombra roja y que recuerdo haber visto en vivo); El traje Armani dorado y estampado de Beyoncé el 2010 (mucha carne y curva para tanta solemnidad), y el triste vestido- harapo de Jennifer Conelly cuando ganó su Oscar el 2002. Y una mención honrosa, aunque no ví en vivo, es el vestido de toplera que usó Cher en 1986, cuando más encima, ganó el Oscar como mejor actriz. Claramente, lo peor que se vió alguna vez. Lejos.
Otro tipo de vestidos célebres, en mi recuerdo, son aquellos que fueron injustamente juzgados como lo peor, por feos, o por totalmente inadecuados, pero que a mi no me parecieron tan malos. Entre éstos podemos encontrar el recordadísimo vestido cisne de Bjork (que yo siempre encontré apropiado, en contexto Bjork obviamente), el vestido y look de Kirsten Dunst en los Oscar del 2006 (muchos se burlaron porque la hacía ver mayor y porque tenía plumas, yo encontré que estaba linda). También el look Morticia Addams de Angelina Jolie cuando ganó su Oscar por Girl, Interrupted, fue a mi parecer injustamente sobre-juzgado. Si, era aburrido y forzado, pero a mí, personalmente, no me molestó tanto. Me molestó más que se diera besos con su hermano, eso sí que fue raro.
También están aquellos que fueron célebres porque fueron tan perfectos en diseño, accesorios, timing y actitud que crearon una batahola de perfección a su alrededor. Pasa, especialmente, entre aquellas actrices que ganaron inesperadamente su premio, o que simplemente se veían espectaculares. Uno de esos momentos fue el Ellie Saab de Halle Berry el año 2002, que parecía pintado en su cuerpo y que comenzó el romance que mantienen las actrices hasta hoy con el diseñador turco. Otro de esos momentos fue cuando Gwyneth Paltrow ganó su Oscar, enfundada en un Ralph Lauren rosa que simplemente resaltó todo lo que ella era (fina, delicada y femenina). Pero sin duda, mi momento favorito de éstos es cuando la seca Helen Mirren ganó su Oscar por The Queen, en donde salió vestida, a los sesenta y dos años, vestida como tal. Otra que no ganó ningún premio, pero que simplemente es el mejor look visto en una entrega, fue el look amarillo de Michelle Williams el 2006. Divine.
Y, siendo justos, también éste año tuvimos algunos que quizás quedarán para la posteridad. Quizás, el perfecto Ellie Saab que usó Mila Kunis (un traje no tan lindo en una chica muy linda), el Givenchy valientemente lucido por Cate Blanchett, el vestido champaña con volados de Marchesa de Halle Berry o los vestidos lindísimos usados por Anne Hathaway durante toda la ceremonia (en la foto, en Valentino). Habrá que ver.