El estilo de Bizancio como herencia de Oriente
El año 394 D.C. se separa formalmente el Imperio Romano en Oriente y Occidente, este último se convierte en el Imperio Bizantino, conformado por la península de los Balcanes, Egipto y el Oriente próximo; el de Occidente estaba contituido por Galia (actual Francia), Italia, Gran Bretaña y las costas de Libia. Los emperadores romanos se habían convertido al cristianismo y en el Este el poder estaba en manos del Estado y la Iglesia, debido a esto el vestuario giró hacia un modo más rígido y serio. La clase alta del Imperio Bizantino utilizaba la túnica como prenda básica de vestir, pero el aporte más notable en este período fue respecto a la introducción de los flecos, los adornos orientales y los bordados. También se observa la integración del manto semicircular sujeto en el hombro como indumentaria. Todos estos trajes se elaboraban de acuerdo a las pautas del libro de ceremonias imperial, donde todos debían vestir de acuerdo a este reglamento.
El Medioevo: instauración del vestido y el calzado estético
La Edad Media comprende el período entre los siglos V y XV. En sus comienzos el vestuario femenino y masculino se diferenciaba solo por el largo (el hombre utilizaba el atuendo corto). Ambos revestimientos eran muy parecidos en cuanto a diseño e idénticos con respecto a materialidad, basada en tejidos gruesos. Con respecto al color predominaban los negros, cafés y grises. A medida que se generaban avances de índole industrial y comunicacional, el vestuario fue evolucionando a través del intercambio cultural en cuanto a estilos y textiles: el modo citadino se trasladaría a lo rural y la entrada de tejidos nuevos, como el lino y la seda, aportaría nuevos colores y texturas.
El vestuario en el medioevo era un símbolo del poder adquisitivo y la posición social: la nobleza usaba vestidos recargados con adornos hechos en oro y telas de excelente calidad y los campesinos llevaban solo prendas de paño y lana.
Las mujeres usaban vestidos amplios, generalmente de dos o tres colores decorados con detalles bordados en hilos de colores o tonos metálicos, éstos se abrochaban con botones de cuerno o cristal. Bajo éste, las mujeres más pudientes usaban calzas, que eran una especie de medias de tela. Aquellas que estaban casadas, debían siempre llevar la cabeza cubierta con un velo o toca y el pelo tomado; la soltera en cambio, podía usar el cabello suelto adornado con flores. El uso de joyas de oro, generalmente con formas religiosas, fue una característica importante de este período. Con respecto a la ropa interior, era en base a tejidos finos durante el verano y en invierno, confeccionada en lanas.
En cuanto al hombre, este llevaba una túnica corta o larga (de acuerdo al estrato social) sobre la ropa interior, en algunos casos ceñida al cuerpo con un cinturón; también solían llevar calzas. Generalmente usaban dos tonos en su vestuario.
En relación al calzado, tanto mujeres como hombres usaban zapatos bajos de cuero; los hombres de clase alta utilizaban botas. Cabe destacar que es en este período histórico donde el revestimiento del pie pasa de ser un elemento funcional a uno de carácter estético: la bota de cuero puntiaguda hace su aparición, junto con el calzado revestido en seda y decorado con perlas, bordados o piedras preciosas.
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