Richard Avedon
Gracias a Vogue, Harper’s Bazaar y a su musa Suzy Parker, Avedon se convirtió en un verdadero ícono del medio, transportando su mágia incluso a la gran pantalla: diseñó la estética de algunas películas e incluso su vida sirvió de inspiración para el rol que tomó Fred Astaire en la película Funny Face. Las imágenes de Avedon en el clásico blanco y negro son de suma elegancia, y continuaron siéndolo hasta su muerte el 2004. Publicó varios libros y retratos de famosos como The Beatles, Marilyn Monroe, Dovima o simples desconocidos, mezclando la cultura pop con la estética de la moda y una verdadera revolución del retrato de moda.
Si Avedon fue la leyenda, Bailey fue la figura visible de ese mundo de ensueño. La popularidad del trabajo de este inglés sólo es comparable con su presencia en el mundo del Swingin’ London de los ’60, que comprendía fiestas con famosos, amores con modelos (Jean Shrimpton) y un matrimonio con una de las mujeres más hermosas de la historia: Catherine Deneuve. Bailey también sirvió de inspiración para el cine, con esa historia de Antonioni llamada Blow Up y David Hemmings luciendo lo más “baileyiano” posible. Su trabajo refleja a la perfección la locura de la época y las figuras más influyentes, desde los Stones hasta la Princesa Diana.
Horst P. Horst
El verdadero precursor del refinamiento en la fotografía de moda, gracias a su trabajo en Vogue a principios del siglo XX. El culto al cuerpo y sus formas, el énfasis en los accesorios y el drama de las escenas eran lo suyo. Aunque murió en 1999, dejó un verdadero legado, sobre todo exaltando la época de oro de Hollywood y a figuras como Marlene Dietrich o Brigitte Bardot. El video Vogue de Madonna presenta un verdadero homenaje a su trabajo y a su estilo, en una serie de cuadros inspirados por el trabajo del germano, que quedó plasmado en una decena de libros.
Francesco Scavullo
A fines de los ’70 y en los ’80, no existió nadie más importante en las editoriales que Francesco Scavullo. El fotógrafo norteamericano, ícono de Cosmopolitan y seguidor de Horst y su técnica, consiguió explotar la imagen decadente y lujosa de la era, además de mantener como musa a la inolvidable Gia Carangi o a Janice Dickinson, los rostros de aquellos años. Murió el 2004, y dentro de su trabajo también se ocupó de portadas de discos, películas y de la Rolling Stone.