El debut del look deportivo, en medio del nacimiento del feminismo

El debut del look deportivo, en medio del nacimiento del feminismo

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En este momento histórico, es donde el vestuario femenino comienza a cambiar en pro de la comodidad y el bienestar. El sedentarismo femenino va quedando atrás con la aparición de movimientos que promulgan la igualdad de condición entre los sexos en todo tipo de actividades, lo que conlleva a que el vestuario y sus formas contengan esos cambios:

A mediados del S XIX aparece la ropa deportiva femenina, para montar a caballo, cazar y jugar tenis, esta era era algo más práctica pero no significativamente diferente de su vestuario urbano. El cabalgar, actividad que antiguamente era exclusiva de la clase alta, empezó a ser asequible para la gente común. No se consideraba adecuado que la mujer cabalgara a horcajadas, así que tenía que cabalgar de lado: para ello se diseñaron faldas especiales para montar, que permitían el recoger una rodilla hacia arriba. Las faldas empezaron a acortarse debido a la popularidad de los deportes más dinámicos como el golf, el tenis y el esquí. Además aparecieron los jerseys de lana e hilo, así como la chaqueta masculina llamada “Norfolk”, que fue adaptada como prenda femenina para ir de caza.

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Los pantalones fueron introducidos como prendas funcionales femeninas desde 1850 y finalmente aceptados en la década de 1880, pues en esa época era absolutamente impensado que la mujer usara esta prenda. La primera en defender su uso fue la feminista Amelia Jenks Bloomer quien diseñó los pantalones tipo “bombacha” en oposición al machismo inspirándose en el traje tradicional turco, de la que tomaron su nombre en inglés: “Bloomers”. Presentó esta prenda en su periódico “Lily” recomendando su uso por ser sueltos y cómodos para andar en bicicleta, pero no tuvo aceptación. De hecho, las mujeres que se atrevían a usar esta prenda eran severamente criticadas, sobre todo porque parecían “demasiado masculinas”. Como la mayoría de las mujeres que usaban esta prenda pertenecían al incipiente movimiento feminista, esto representaba una amenaza definitiva. El intento de Amelia Bloomer por introducir esta moda en Europa no sólo fue recibido con burlas, sino con abierta hostilidad. No fue sino hasta fines del siglo XIX que se difundió entre las mujeres el uso de los pantalones, pero incluso entonces, sólo como traje para pasear en bicicleta, actividad que causó furor en la década de 1890 y marcó el lanzamiento de los “knickerbockers”, pantalones bombachos ceñidos a la rodilla. Cabe destacar que el comienzo del uso femenino del pantalón, coincidió con las campañas recién iniciadas en pro de los derechos de la mujer.

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