Historia del Vestuario Chileno: 2° Parte

Historia del Vestuario Chileno: 2° Parte

Artículo de Reviste la Calle I por Majo Arévalo, Lucy Cominetti, Carmen Muñoz y Karina Vukovic

Nuestro espacio determina nuestras nociones de identidad. Este reconocimiento se genera, en parte, por cómo nos expresamos, por los códigos que utilizamos, y, por supuesto, por el vestuario. El hacer un recorrido por la historia de nuestra vestimenta nos ayudará a aproximarnos a quienes somos y hemos sido. Lee la primera parte de este artículo aquí.

1910-1920 / Modo Oriental:

Los ballet rusos estrenados en Europa, generaron unas tendencia oriental, que provocó un cambio en 180° en la moda femenina a partir de 1910. La apertura del vestuario se simplificó a la vez que se intensificó el uso de bordados, pasamanerías, vivos de razo y osadas combinaciones de colores. El traje sastre se impuso definitivamente entre las mujeres mientras que el abrigo tres cuartos reemplazó al pesado abrigo largo.

También se agregó al ropero nacional, el estilo harén con el pantalón bombacho, a la vez que la influencia grecorromana se manifestó mediante el uso de túnicas y sobre faldas drapeadas que al ser colocadas sobre una falda ajustada, imitaban el chitón griego. Los trajes de noche eran escotados y se acompañaban con amplios tapados tipo kimono.

A consecuencia de la Primera Guerra Mundial, Chile dejó de recibir nuevas propuestas europeas. Los altos precios, la poca oferta y la escasez de dinero, llevaron a las chilenas a reciclar ropas del años anterior y a confeccionar en casa a partir de moldes que aparecían en la revista Familia.

1920-1930 / Simple Geometría:

Al iniciarse los años ’20, hubo una cierta liberación en el vestuario femenino con la llegada de faldas ligeramente sobre las rodillas que fueron imponiéndose entre las chilenas, sumado a vestidos de líneas más simples, cuya composición sencilla se compensaba con adornos en lentejuelas, pedrería y mostacillas. Al mismo tiempo, el Charleston propiciaba una silueta de base geométrica, con pliegues, tablas y talle a las caderas.

Dentro de este contraste simpleza/exceso, las prendas más importantes fueron: la chaqueta estilo sastre, el cardigan, la pollera plisada en el frente combinada con blusa o sweater y los zapatos  con pulsera en forma de T; mientras que para la noche aparecieron accesorios extravagantes como boas de piel, joyas de cristal de roca, perlas de fantasía y pequeñas cadenas ornamentadas con pedrerías y motivos vanguardistas.

Como se trató de un período marcado por el movimiento, el intercambio y la novedad, se produjo un contundente cambio en la imagen de la mujer. Si bien nuestra sociedad aún n o estaba preparada para adoptar el estilo garçonne -por la ambigüedad sexual y poderío que proyectaba en las mujeres- de todas formas la Alta Costura nacional impulsó el uso de melenas, cuerpos delgados y una estructura de diseño que anulaba las curvas.

 1930-1940/ Femineidad en Potencia:

Durante este periodo surgió una respuesta a la imagen de la mujer moderna generada en la década anterior: se trataba de una apariencia en extremo femenina y tradicional, ligada a la mesura y los buenos modales de modo que se retomaron los cabellos largos y la silueta saludable y curvilínea (con talle a la cintura para acentuar las formas) en oposición a la mujer masculina y liberada de los años ’20.

Dentro de esta estética imperaron los trajes de dos piezas estilo Chanel, las faldas tableadas y evasé, los vestidos de día sencillos complementados con joyas y accesorios y el traje largo de noche escotado en la espalda. Para cubrirse, los abrigos de piel y depaño con aplicaciones de piel fueron un must, lo mismo que el sombrero que al finalizar la década se convirtió en una prenda fundamental.

El surrealismo, por su parte, mostró su influencia en diseños excéntricos, de estructura asimétrica y mucha decoración. En cuanto a telas, se generó una diversificación de materiales, integrándose fibras artificiales como el rayón y la seda sintética.

1940-1959/ Lo Militar:

Debido a la crisis económica y política que generó la Segunda Guerra Mundial, la estructura del traje mostró una marcada inspiración militar: chaquetas cortas y ceñidas y faldas con poco ruedo permitían ahorrar telas y costos. Los abrigos también siguieron esta línea, confeccionándose con solapas anchas, entalladas en la cintura y con algo más de amplitud en el ruedo. El talle a la cintura de la década anterior fue llevado al extremo con la introducción de la cintura de avispa como patrón estético a seguir, por lo que fajas y cinturones  fueron muy solicitados.

Dentro de toda esta austeridad, los accesorios se transformaron en algo fundamental ya que, al haber escacés de prendas en el guardarropas femenino, éstos se convirtieron en la manera de renovar el look. El rojo fue el color escogido para aportar ligereza y vivacidad a teñidas sencillas a través de zapatos, cinturones, y carteras en el tono, mientras que cualquier expresión de lujo se manifestó a través de pieles y sombreros. Para la noche se utilizaron vestidos de cóctel -de lanillas delgadas o de jersey -cuyas estructura contaba con escotes en forma de corazón, drapeados, canesús y hombreras.

1950-1960/ Nacimiento del diseño de Vestuario como disciplina en Chile:

El fin de la guerra trajo consigo una revalorización de las formas femeninas y el lujo. A la establecida cintura de avispa (el talle continuaba siendo señido), se sumó el realce de las caderas a través de grandiosas faldas largas forradas. Como complementos, tacos aguja y sombreros anchos serían característicos de esta nueva mujer, cuya apariencia fue determinada en Francia por Christian Dior y su New Look .

En Chile, la tienda por departamento Los Gobelinos -responsables de traer al país modelos de Alta Costura de Chanel, Lanvin y Rochas- fue la encargada de anunciar el New Look, al que definió como el estilo perfecto por ser sobrio, sutil y equilibrado. Esta estética imperó hasta fines de la época -la tienda consiguió una licencia que le permitió fabricar sus propios modelos Dior- y convivió con una línea geométrica que se manifestó en el traje sastre, uniforme de las mujeres que trabajaban. Al mismo tiempo, el auge del Bim Bam Bum y del espectáculo Revisteril propició un ambiente de elegantes mujeres vestidas con sus mejores trajes y joyas.

Mientras tanto en Europa, por primera vez, un chileno se aventuraba en el mundo de la costura francesa: Sergio Matta, partió trabajando con la diseñadora Elsa Schiaparelli (rival de Coco Chanel y amiga de Dalí), para luego abrir su propia casa de alta costura.

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