Historia del Vestuario Chileno: 1° Parte

Historia del Vestuario Chileno: 1° Parte

Artículo de Reviste la Calle I por Majo Arévalo, Lucy Cominetti, Carmen Muñoz y Karina Vukovic

Nuestro espacio determina nuestras nociones de identidad. Este reconocimiento se genera, en parte, por cómo nos expresamos, por los códigos que utilizamos, y, por supuesto, por el vestuario. El hacer un recorrido por la historia de nuestra vestimenta nos ayudará a aproximarnos a quienes somos y hemos sido.

S.VIII- S.XIV D.C/ Cultura Diaguita:

Su vestimenta era de tipo andino, y su principal prenda era una camiseta larga, que llegabva hasta los tobillos, confexionada a artir de la lana, del pelo de las llamas y, posteriormente, del algodón y del ganado ovino introducido por los españoles. En los pies llevaban ojotas y la cabeza la adornaban con largas trenzas hacia la espalda. Como eran hábiles metalurgistas, usaban brazaletes, aros y prendedores de bronce o cobre.

S. XI app./ Cultura Ona:

Comandaban desnudos, para protegerse del frío y la lluvia, usaban una larga piel de guanaco, zorro o cururo que los cubría desde el cuello hasta las rodillas y que recibía el nombre de chonhkoli. En los pies, llebavan mocasines fabricados con la piel de las exptremidades del guanaco, cosidos con el pelo hacia afuera. Los hombres ornamentaban su frente con un adorno triangular de cuero, atado alrededor de la cabeza, al que llamaban kóchil. Además, gustaban de adornarse con collares, brasaletes y pulseras, confeccionados con huesos de aves, conchillas y trenzas de tendón de guanaco. Tanto hombres como mujeres se pintaban dibujos sencillos en colores como rojo, negro, blanco y amarillo.

Fecha de Origen Incierta / Cultura Mapuche:

La vestimenta femenina estaba formada por el chamal, quepam o kupam, gran paño negro cuadrangular que envolvía todo el cuerpo a modo de vestido, dejando al descubierto el hombro izquierdo y sujetándose con un alfiler al hombro derecho; y la iculla o iquilla, gran paño negro de tejido muy fino bordeado por una franja de color azul, fucsia o verde que se prendía al cuello y colgaba largo hasta los tobillos, abrigando la espalda. Se complementaba con accesorios de plata como el trarilonko, cintillo para sujetar el pelo compuesto por una cadena de plata colgantes discales; el trapelacucha, de forma alargada y trenzada que se prendía en el pecho, mediante un punzón; el prendedor de tres cadenas, joya pectoral por dos placas de plata unidas entre sí por tres cadenas; y el chawai, aros con formas cuadradas, tableadas, y campanuladas.

En el caso del hombre, la vestimenta se componía por la chiripa, prenda que cubría desde la cintura hasta el muslo, casi siempre blanca aunque podía tener líneas de color café o negro. La trarüchiripa, faja masculina generalmente de color rojo, que representaba el poder; la mokuñ, manta exclusivamente masculina cuyo color definía el estatus de quien la usaba; y el sobremakuñ, manta pequeña que se colocaba sobre la vestimenta diaria para asistir a reuniones ceremoniales.

S. VIII D.C /Cultura Aymara:

La vestimenta tradicional masculina estaba compuesta por un pantalón, una camisa, una chaquetilla o chqeuta tejida en telar, una faja y un poncho de lana color natural o marrón que protejía del viento y la lluvia y que tenía una tipología para cada ocasión.

Las mujeres solían llevar un traje tejido de dos piezas de color negro o marrón, llamado asku, sobre una especie de túnica blanca denominada kotona y, al igual que los hombres, usaban a la cintura una faja o wka´a a la cual ataban kulbrillas (trenzas de las cuales colgaban pompones de colores). En la cabeza llevaban un sobrero de paja y se adornaban las orejas y el cuello con aros y collares (walcas) de variados colores.

S. XV app./ Chonos y Alacalufes:

Se vestían con una capa de piel de nutria o de foca que les cubría los hombros y la espalda y que amarraban al cuello con tiras de cuero o de fibra de testículos de ballena. Usaban taparrabos confeccionados con algas marinas y se cubrían el torso con capas de cuero o tejidos de pelo de perro. En ocasiones usaban gorros y se pintaban la cara con colores rojos, negro o blanco.

1598-1810/ Chile Colonial-Influencias Extranjeras:

Cada clase o estrato de la sociedad se caracterizaba por usar un vestuario distinto. Las familias más adineradas, adoptaron la moda europea a la idiosincrasia local, por lo que su ropa se transformó en un símbolo de status.

Las prendas masculinas típicas que los españoles trajeron a Chile, eran los pantalones cortos ajustados y las prominentes pelucas. Con los años y la irrupción de los sans-culottes de la Revolución Francesa, se impuso el pantalón largo y dejaron de usarse las pelucas. Para sus reuniones sociales, los nobles y burgueses vestían frac, y como ropa de calle, una levita -chaqueta larga y ajustada al talle- bajo las que llevaban camisas de lienzo. Todo atuendo se acompañaba de bastón mientras que la cabeza era cubierta con un sombrero de copa redondeada, alto, y de alas abarquilladas, que recibió el nombre de “galera”.

Las damas de la colonia integrantes de la élite, vestían una camisa de mangas ámplias, muy adornadas con encajes y volados, sujeta por un corsé que señía la cintura. Sobre ella se situaba el jubón, tipo de chaleco que se extendía con sus mangas hasta los codos, con gran escote y muy ajustado al cuerpo, destacando sus curvas. Encima de éste, se usaba una cotona transparente, que unía la parte delantera y la trasera con cintas atadas. Como accesorio se usaban collares de perlas, frecuentemente con el símbolo de la cruz. Los faldones -amplios y muy decorados- adquirían volumen a través de enaguas con volados y puntillas en la parte inferior, y de una enagua sostenida por arcos metálicos llamada miriñaque. Sobre la pollera, se utilizaba un delantal cuidadosamente ornamentado.

En cuanto al calzado, éste era de telas muy delicadas, como seda, con hebillas y toques de oro y plata. Las medias, también de seda, llegaban por encima de las rodillas y para sujetarlas se usaban portaligas. Los cabellos eran rizados, con bucles, y/o trenzas, y se incorporaban cintas, alfileres de plata, flores frescas y un peinetón para sostener el elaborado peinado. El toque final era un manto o chal sobre la cabeza y hombros.

En el campo, el vestuario era mucho más simple: el estanciero y sus peones utilizaban camisas, y encima de ellas, un poncho para cubrirse del frío. Los pantalones llamados calzones eran anchos y se combinaban con botas de potro.

1810-1820/ Independencia:

La moda francesa se comenzó a imponer paulatinamente hasta fines del siglo XIX, predominando entre las clases alta y media. Se dejó de usar el manto criollo reservado sólo para asistir a los actos de culto, y se introdujeros los sombreros propios del vestuario típico parisino. Las mujeres de clase acomodada encargaban sus vestidos a la capital Francesa o copiaban los modelos que veían en figurines y publicaciones de moda – como la “Elegancia de París”- y los mandaban a hacer con una buena costurera.

Con el transcurso de los años, en las principales ciudades chilenas se inauguraron grandes tiendas que importaban la moda de París y también la fabricaban en suelo nacional de acuerdo a lo que dictaba la ciudad luz. El modernismo europeo de principios del siglo XX se extendió velozmente en Chile. Esto implicóp dejar los tonos oscuros y los sobrios mantos de origen español, para dar paso a colores, encajes, volantes, sombreros con plumas y flores, carteras y guantes, poniendo fin a a la elegancia de lo austero. Así mismo se impuso el prototipo de la silueta femenina en S, la cual se obtenía con el uso del corsé.

Destacable fue el nivel de envíos de ropa y otros artículos de lujo provenientes de París y Londres realizados por privados en la primera década de siglo XX. La casa Gath y Chávez -asentada en la capital en 1910- suplió la creciente demanda y monopolizó el mercado. Mientras que, en el centro de Santiago, convivían importadores de vestuario, sastres franceses y costureras chilenas con apodos franceses.

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