Moda & Cine: The Thomas Crown Affair (1968)

Moda & Cine: The Thomas Crown Affair (1968)

A fines de los ’60, una figura masculina sobresalía dentro y fuera de la pantalla; gracias a una estampa que combinaba lo rebelde y versátil a lo Marlon Brando y la popularidad con el género femenino, Steve McQueen fue pronto apodado “The king of Cool” (el rey de lo cool), algo por lo que aun es reconocido luego de su muerte en 1980. Con “The Thomas Crown Affair” (1968), McQueen confirmó además que podía pasar de ser un policía rudo en Bullit (1968), a un seductor millonario con diferentes hobbies, que además vestía bien. Thomas Crown y Vicki Anderson (Faye Dunaway), formaron una de las parejas más recordadas por la sensualidad y elegancia que mostraron, y por la química que surgió entre los actores.

Theadora Van Runkle, la misma a cargo del vestuario de “Bonnie & Clyde” (1967) y “El padrino II” (1974), confeccionó los impecables trajes de tres piezas de McQueen, que según los rumores, en todas las películas enamoraba a su contraparte femenina. En este caso, los rumores de un romance con Faye Dunaway no se hicieron esperar, mientras la famosa rubia se paseaba en vestidos tipo mod, trajes de dos piezas con faldas tableadas y trajes de noche míticos, como aquel sin espalda que mostró en una de las escena más recordadas del cine: McQueen y Dunaway juegan ajedrez mientras la cámara no deja de mostrar primer planos insinuantes en plena partida.

Hollywood no podía dejar de hacer un remake sobre esta película y puso a Pierce Brosnan y Rene Russo como protagonistas en 1998. Fue el mismo Brosnan quien apareció en una editorial para Vogue junto a Julia Stegner, con clara inspiración de la misma cinta, que además mostró fiestas, lujo y diversión como solo en esa época se podía apreciar. En cuanto a la original, uno de los actores secundarios destacados al lado de McQueen fue un Rolls Royce de color celeste, que aun es exhibido en el Petersen Automotive Museum de Los Angeles, Estados Unidos. Además, con “The Thomas Crown Affair”, Faye Dunaway confirmó su status de ícono del cine norteamericano, además de establecer dos de los roles más inspiradores del cine en la moda de manera consecutiva, junto al de Bonnie Parker. Y para McQueen, la película significó que también podía apartar la rudeza de su esencia y demostrar que la elegancia acompaña a cualquier ladrón, sobre todo cuando es millonario.

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