La monarquía inglesa como iconos del buen vestir

La monarquía inglesa como iconos del buen vestir

Cada vez que hablamos de hombres bien vestidos solemos pensar en jóvenes modelos vestidos de Tom Ford. Sin embargo Esquire, en el 2009, nos dio una lección de estilo que debe ser recordada, al elegir como el hombre mejor vestido a uno que no destacaba ni por su belleza ni por su juventud: El Príncipe Carlos. 60 años tenía el hombre cuando Esquire lo ponía en el nivel de divo de estilo y declararon como justificación que “está siempre increíblemente bien vestido, como debe ser para su posición de heredero al trono”.

El Príncipe Carlos ha destacado por su reconocible buen gusto, sobre todo desde que se casó con Lady Di, pero también ha hecho noticia por no haber sucumbido a los delirios de la moda y haber elegido la chaqueta cruzada como su signo personal, la cual no ha sido cambiada en ningún momento de su vida, salvo contadas ocasiones donde el protocolo lo exige. Cada vez que lo vemos su traje puede costar un total de US $3700, invirtiendo este dinero, el príncipe Carlos ha sabido diferenciarse del resto de los políticos de su país (y en general del mundo) por el uso del pañuelo en su chaqueta y la mezcla de pequeños toques de color que combinados y contrastados en perfecta armonía, resultan en un look clásico y atemporal.

Sin embargo el look del Príncipe de Gales no es una historia única, existen antecedentes de otros Príncipes herederos al trono de Inglaterra y su influencia en la moda. Eduardo VII en su tiempo fue un revolucionario de la moda marcando tendencias como el uso del bigote encrespado y la barba puntiaguda e hizo de Henry Pool el sastre más cotizado de Saville Row y de la mismísima Inglaterra. Mientras que Eduardo VIII, conocido después como duque de Windsor, se deshizo de la chaqueta y la corbata y en medio de su atractiva personalidad, y creo la tendencia de cultivar un look más relajado y optó primero por Scholte en un estilo claramente británico, para luego darle paso al look más casual, como el que se veía en Estados Unidos.

Pero sin duda, el príncipe Carlos tuvo un referente mucho más cercano que los Eduardos, pues Felipe de Edimburgo, su padre, era por lejos uno de los hombres mejor vestidos de toda Inglaterra. De él, Carlos heredó el buen gusto y la sabiduría de elegir buenos sastres y consejeros como Anderson and Sheppard o Gieves and Hawkes, quienes han vestido siempre con maestría al heredero de la corona.

Es interesante darse cuenta como el gusto por la moda pareciera heredarse, pero, en una mirada un poco más analítica, podremos darnos cuenta que Carlos no heredó nada, sino que aprendió de buenos modelos ciertos códigos y referencias que nosotros tal vez debiésemos comenzar a imitar.

 

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