Hablando de estética con César Cisternas, bailarín chileno especialista en “vogue”

Hablando de estética con César Cisternas, bailarín chileno especialista en “vogue”

Cesar Cisternas 

La danza y sus estilos han evolucionado rápidamente, absorbiendo tendencias y nuevas técnicas urbanas cuando se trata de contextos. El famoso baile “voguing”, que forma parte de una subcultura de minorías originada en Nueva York durante los años ’80, resaltó enormemente cuando apareció el documental “Paris is burning” en 1990 y especialmente con el video “Vogue” de Madonna. En Chile, lejos de los protagonistas originales pero con igual entusiasmo, varios son los que practican semanalmente los pasos de este baile y también otros estilos que comienzan a reaparecer de la mano de eventos, liderados por el bailarín César Cisternas. Con él conversamos acerca de moda, pasos y la estética que envuelve la mística del voguing.

“Empecé mis estudios el año 2000 en el centro de Danza Espiral, bajo la guía del maestro Patricio Bunster. Luego me tocó trabajar con la coreógrafa contemporánea Isabel Croxatto, muy exigente pero de la cual aprendí sobre el significado de la interpretación como oficio”, cuenta César. Junto a Croxatto participó en festivales internacionales de danza contemporánea y al tiempo después se encontró con el vogue.

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-¿Qué te parece el boom que hoy se está desarrollando en Chile en torno al voguing? ¿Cómo podemos relacionar esta subcultura con lo que ocurre en nuestro país?

-Mucho antes de conocer el vogue me tocó aprender algo de la cultura hip hop de la mano de un gran conocedor llamado Mario Carreño. Siempre tuve una atracción especial por este ritmo, pero más por la visión política y la injerencia que tenía en los movimientos de reivindicación de derechos de las comunidades afroamericanas. Pude aprender más acerca de la música, el baile y el discurso que se proponía, lo que además siempre ha sido un lado importante de mi interés social y político. Pero empecé a sentir que faltaba algo más que me uniera y me identificara y fue en esa búsqueda en la que conocí el vogue. Cuando vi “Paris is burning” me hizo sentido todo el lenguaje, la estética, la identificación. Empecé a investigar y en ese proceso conocí a un gran amigo llamado Mati Këller, gran exponente de vogue en Chile, quien estaba pasando por esa misma búsqueda. Pasábamos horas entrenando solos, investigando, leyendo sobre los iconos, la cultura y así entendí el discurso que proponía el vogue y la cultura de los balls (bailes). Con Mati decidimos que el baile debía ser conocido en Chile y comenzamos a tratar de compartir nuestro pequeño conocimiento, hasta que hoy es mucho más popular acá. A pesar que en varios países existe un gran lazo del vogue con la comunidad LGBT, acá aún no está tan ligada, la comunidad gay en Chile tiene muchas aristas sin unión política ni discursiva, pero creo que es una realidad y frente a eso de a poco el vogue ha logrado pararse como una identificación importante para la comunidad, sin olvidar que existen otros campos importantes de identificación de este mundo.

-Siempre te ha gustado la moda, ¿qué te parece la manera en la que se percibe el tema en nuestro país?

-Siempre he sido un gran admirador de la moda. No me ha tocado, hasta este último tiempo, estar tan ligado a este mundo. Desde lejos he sentido que la moda es vista de una forma un poco peyorativa y que se tiene una visión un poco frívola de este mundo. Para mi es un gran arte del cual se pueden leer realidades, se pueden identificar procesos sociales y políticos a través de una maravillosa forma de entender al ser humano, con sus sueños e intereses. No tengo para nada la capacidad de poder hacer una análisis sobre la moda y cómo se percibe en nuestro país, pero siento que se está transformando en una gran manera de crear, opinar y vivenciar. Cada vez veo que es parte del mundo creador de muchas personas. Se está instaurando como una forma de expresión importante, así como lo es el teatro, la danza, la política. Siento que para muchas personas la moda se está transformando en su postura frente al mundo, sus conflictos y es una válida y bella manera de expresión.

Cesar Cisternas

-La estética siempre está acompañada de un discurso en el caso de las subculturas y movimientos sociales, pero si hablamos de voguing: ¿cuál es el estilo que impera en este tipo de baile?

-El vogue y la cultura de las balls tienen un gran poder de expresión política. Alguna vez escuché a RuPaul decir que la cultura drag es pop y punk a la vez, es rebeldía y cultura de masas y eso me hizo gran sentido en entender de qué manera el vogue juega con todo eso. Este baile nace como un lenguaje de las comunidades gay latinas y negras pobres de Estados Unidos. La sociedad tiene una maniática necesidad de hacernos creer en la aspiración social, pero no humana; tiene una manía con obligarnos a estar más arriba, sobre todo del otro, pero no nos hace meditar en nuestros anhelos. El ser lo que queremos ser y no lo que la sociedad quiere que seamos es una posición bastante importante y necesaria en un mundo que nos clasifica y nos pone nombres, calificativos y descalificativos. Un “voguer” nunca va a usar un Chanel original, se lo hará de cartón y glitter y eso, representa un valor trascendental importante porque es jugar con esa aspiración que se nos propone, copiarla, usarla y luego botarla a la basura porque lo que de verdad queda es nuestra esencia. A veces, ser gay es un camino muy difícil y triste, pero el vogue lo decora, lo ilumina y esa es la manera en que se le dice a la sociedad que el dolor se tapa con belleza, juego y rebeldía. Se acerca a la femineidad como un rechazo a una cultura patriarcal muy fuerte, donde lo femenino es vulgar y débil.

-Cuéntanos acerca de los balls y tu participación en estas reuniones locales donde se muestran diversos subgéneros en cada oportunidad

-Los balls son reuniones donde la comunidad gay se juntaba a vestirse, disfrazarse, jugar y compartir. Nacen por el año 1860 y era el lugar donde los hombres se vestían de mujer, se maquillaban y donde nacen las black queens. Eran reuniones escondidas pero muy concurridas. Pasaron muchos años en los que eran prohibidas, pero por lo mismo muy famosas; en ellas se reunían algunos escritores, poetas y artistas, quienes veían con admiración está instancia de libertad. En Harlem aún se mantienen y es durante estos largos años en que se va configurando hasta dar con el nacimiento del vogue.

El vogue no es un estilo de baile urbano, es una cultura que tiene códigos, discursos y anhelos; es el baile de la comunidad LGBT. Acá en Chile ya se están haciendo balls de la mano de la gente que se está sumando y también hemos podido organizar competencias de pasarela. El Runway es una categoría de las balls, donde no es necesario bailar sino modelar. Es la instancia donde puedes demostrar tu femineidad, tu garbo y es el momento donde se dice “we are fabulous” (somos fabulosos). El año pasado organizamos una instancia con batallas de pasarela y junto a los balls, están teniendo un lugar importante de reunión en la comunidad LGBT de Chile.

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-¿Cuál es la relación propia que estableces entre la disciplina del baile y la moda en general?

-Al ser dos lugares donde la estética se plantea de manera importante, que puede tener algunos puntos de disidencia, muchas veces van de la mano. En el caso del “vogue”, van muy juntas. Antes de ser conocido como “vogue”, el estilo tenía otros nombres: “posing”, “performance” o “pop, dip and spin” y su forma de bailar era copiando las poses de las modelos de las revistas. Como la más conocida era la Vogue, de ahí nace el término “vamos a voguear“ y el estilo pasó a llamarse voguing o vogue. La estética como discurso político y social está fuertemente presente en este baile: hombres vestidos de mujeres, mujeres de hombre, todos jugando con sus roles.

Así, la moda se transforma en un puente importante de la creación de mi ser; es el hilo con el cual conducimos nuestra identidad, la cual junto a nuestra forma de bailar nos van identificando como seres individuales y pertenecientes a un determinado grupo. No es menor, ya que se juntan nuestra estética, imagen, forma de caminar y de movernos, relatando una historia con pasados, tristezas, alegrías y sueños.

-¿Has tenido la oportunidad de viajar y conocer a otros bailarines? ¿Cómo ha sido este acercamiento al terreno internacional y cómo perciben ellos la estética en relación a su carrera?

-En el ámbito de la danza contemporánea hay bastante camino ya avanzado en la unión con la moda, las tendencias y la estética. Hay muchos montajes donde el diseño y la investigación corporal son solo uno; en muchos casos los dos son parte de ese proceso. Merce Cunningham tiene una obra muy bella llamada “Scenario”, donde trabajó con Rei Kawakubo de Comme des Garçons. También hay cada vez más fashion films que apoyan el movimiento y muchos diseñadores recurren a bailarines o performers a lo hora de crear, investigar y mostrar sus diseños. La cantante FKA TWIGS es también una voguer que trabajó desde el lado del movimiento con Calvin Klein en su campaña y también está la investigación de MOVEment, donde diseñadores se unen a distintos bailarines: Prada con la compañía de Pina Bausch, Gareth Pugh con Wayne McGregor o también Calvin Klein con Julie Kent, bailarina clásica.

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-Cuando pensamos en bailarines y la disciplina que involucra una conciencia muy fuerte acerca de tu propio cuerpo, ¿cómo manejas esas inseguridades propias que nacen también de la mano de lo estético?

-La historia de un voguer siempre va cargada de la tristeza que viene de la mano de la discriminación y la incomprensión. Las houses (casas) se transforman en refugios y es allí donde nacen las identidades. Podríamos pensar que la forma en que nos vestimos para un ball puede servir para tapar inseguridades y miedos; nos armamos corazas cargadas de brillo y extravagancia, pero esas mismas armaduras son las que nos dan la fortaleza para pararnos frente al mundo y su recriminación. También con ellas resaltamos lo que somos, nuestros defectos y virtudes y de esa forma gritamos lo que queremos ser. La ropa exagerada y el maquillaje forman mi discurso al pararme frente a los demás, pero en el fondo van cargados de un profundo amor por un mundo al que aspiramos. Los balls se transforman en pequeños mundos que ya no critican, que ya no interpelan, que ya no cuestionan y es ahí donde el bailarín está pleno. Si a eso le sumamos nuestra forma de movernos como nuestro lenguaje —que es corporal y estético—, vemos la realidad de la persona, del hombre, de la mujer, del trans, en fin, de la humanidad.

12043153_10208132305409673_7086905760260466480_nCésar para “Anhedonia”, la campaña 2015 del diseñador chileno Luis Pino

-La historia de Paris is Burning” y en general de los grupos de baile urbanos, también está muy ligada a cierto tipo de estética que se relaciona con distintas características. ¿Cuál crees que es el valor que la moda tiene dentro de este mundo lleno de coreografías y baile?  ¿Qué significa para ellos?

-Es el papel, el lápiz y la voz del discurso. Es la armadura en esta gran batalla por la libertad del ser. Es la armadura con la cual nos paramos frente a una sociedad con injusticias, con represiones y sobre todo con miedos frente al que no es ” lo ideal “.

-Por último, cuéntanos qué película, ícono y canción te inspiran

-Tengo varios y de diversos lados. Hay una gran película que influyó mucho en mi visión frente al mundo que no tiene nada que ver con la moda y la danza que es “Sarafina!” de Mbogeni Ngema, una bella película sobre el apartheid sudafricano que creo moldeó mi manera de ver las injusticias y el dolor del ser humano. Era muy chico, pero marcó definitivamente mi posición frente el mundo y sus rarezas inhumanas. Mi ícono tampoco tiene nada que ver con la moda: es el subcomandante Marcos, vocero del EZLN, especialmente cuando escribió un discurso en apoyo a la marcha por las libertades homosexuales de México. Me maravilló la belleza del discurso por la libertad, por la diversidad, por el amor pleno y por el amor al ser humano y sus diferencias. Y una canción que también siempre me inspiró fue “Free Money” de Patti Smith. Pero íconos en moda que siempre me han maravillado son Eve Salvail y Jean Paul Gaultier.

Mi mundo se ha construido de diversidad, pero siempre sobre el anhelo de defender la libertad de cada ser humano en sus diversos campos; para mí todos son bellos. Desde Máxima Acuña hasta Gareth Pugh, desde M.I.A. y Shadia Mansour hasta Ariana Grande, todos somos partes de este loco, raro e incomprensible camino llamado humanidad.

Fotos: Rodrigo Batarce, Stephanie Cabrera, Luis Zamora, Bella Imagen Fotografía, Jon Jacobsen.

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