¿Es inevitable el cambio hacia una moda más lenta?

¿Es inevitable el cambio hacia una moda más lenta?

La reciente partida de dos reconocidos diseñadores de sus puestos como directores creativos de marcas de moda y lujo —hablamos de Raf Simons para Dior y Alber Elbaz para Lanvin— tienen a toda la industria de cabeza comentando sobre el ritmo que actualmente manejan creativos como estos. Y es que de acuerdo a las palabras del propio Simons para System Magazine, el tiempo para mantener la creatividad y pensar cada colección como debiera ser, no existe. En 12 meses se presentan 6 colecciones, con tres semanas para idear y confeccionar cada una y un par de semanas más para preparar el desfile, si es que existen, además de las campañas publicitarias, entrevistas a los medios y las estrategias en redes sociales. ¿Más? Pues, sí, porque de manera paralela también se gestionan y realizan aperturas de nuevas tiendas, más campañas comerciales, exposiciones en museos y apariciones en público. ¿Será que todos querrán descansar como Simons o que simplemente el modelo es insostenible en el proceso humano de inventar nuevas propuestas de moda? 

Enero – Alta Costura Primavera-Verano / FebreroMarzo – Pret-a-porter Otoño-Invierno / Mayo – Crucero / Julio – Alta Costura Invierno / Septiembre-Octubre Pret-a-porter Primavera/Verano / Noviembre – Pre-Fall

Las grandes casas de moda ya no diseñan como antes, eso es obvio. Si antiguamente quienes tenían acceso a este tipo de eventos eran solo los más adinerados, hoy la apertura es total y masiva para cualquier mortal que tenga acceso a Internet. Porque ahora no basta con solo diseñar ropa bajo un concepto atractivo, idealmente original y no repetido por temporada, junto con eso hay que idear campañas de marketing, publicidad, redes sociales y velar por el resto de acciones y activaciones que la marca puede estar realizando en forma paralela. Algo para lo que uno pensaría existen grandes recursos, ya que estamos hablando de marcas de lujo y gran trayectoria, pertenecientes a grandes conglomerados. No obstante, la mente creativa tras cada una estas firmas —Dior, Chanel, Louis Vuitton, Lanvin, Balenciaga, Valentino, Hermès, Saint Laurent, Alexander McQueen, Céline, Chloe y tantas otras— es solo una, razón por la cual resulta sumamente entendible que pueda haber un cansancio crónico y agotamiento de ideas de parte de los mismos.

“Cuanto más hablo con la gente más noto que necesitamos un cambio. Todos. No es tanto una cuestión de hastío sino de una confusión sobre qué somos y quiénes somos en la moda. Pregunto a los editores y me dicen que no pueden ver 60 desfiles en un mes, pregunto a los críticos y me cuentan que es absurdo escribir crónicas entre taxis, casi sin pensar. ¿Se está convirtiendo la moda en un negocio exclusivamente de espectáculo?”, citó Harper’s Bazaar España, a Alber Elbaz, quien anunció su renuncia a la casa Lanvin luego de 14 años al mando de su dirección creativa el pasado 28 de octubre. Simons lo hizo el 22.

Qué significa mantener un ritmo como este

Independiente de lo que haya sucedido con Simons y Elbaz, existen otros diseñadores que parecieran no tener problemas a la hora de seguir el ritmo del actual calendario de pasarelas. El ejemplo más claro es el Kaiser, Karl Lagerfeld, quien junto con diseñar las seis colecciones de Chanel, también se da el tiempo de llevar las colecciones de Fendi y las de su marca propia. Con 82 años, además cuenta con su propio periódico, el Karl Daily, y sigue siendo un manda más a la hora de lanzar a una nueva modelo al estrellato. Hace poco también confirmó su participación como personaje para el videojuego de Kim Kardashian, donde entrega consejos de estilo y vende las prendas y accesorios de su marca homónima. Todo esto, sin mencionar que muchas veces es el fotógrafo de sus campañas y fashion films, e invitado especial para colaborar con otras firmas.

Así, si Lagerfeld representa al diseñador modelo de las grandes casas de moda de hoy, entonces no cabe más que asumir que esas son las responsabilidades, funciones y tiempos de un cargo de tal altura. No obstante aquello, ese no tiene por qué ser el fin profesional de todos los diseñadores de moda, y tal como lo decidió Simons, tampoco tiene que absorber la vida completa de su director creativo. ¿Acaso no sería mejor bajar el ritmo para optar por diseños más pensados o argumentados y no una reinterpretación de algo ya visto, bautizado como nuevo? Lo más probable es que sí, pero tal como dijo Jonathan Anderson para WWD: “La velocidad de la moda actual es la misma que la del mundo actual” y es poco probable que esta disminuya si los niveles y tiempos de consumo tampoco lo hacen.

Bien puede ser también que Simons y Elbaz estén dando un golpe de timón, y que en 20 años más tanto diseñadores, como productores y consumidores estarán más conscientes de lo que significa el actual sistema de la moda, donde pocos descansan y donde la alta producción de indumentaria genera un costo considerable en el cuidado al medioambiente. ¿Acaso necesitamos tanta ropa? ¿Por qué no nos preocupamos más por la duración de las prendas y de crear propuestas que den un salto tanto en función como en mensaje estético? Porque si ya todo está hecho y no hay nuevas siluetas, sino experimentación con nuevos materiales y tecnologías, quizás el camino va por un avance en la concepción de lo que entendemos por ropa. Si lo que queremos es asumir con responsabilidad un cambio, entonces inevitablemente debiera ser disminuir la velocidad y priorizar qué es más importante: representar a una compañía de lujo multimillonario o abogarse al diseño de vestuario de una manera más humilde y consciente con los tiempos humanos.

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